Este trabajo surge del interés por la relación del ser humano con la naturaleza y la prevención de la pérdida de dicha conexión. A partir del diseño biofílico se pretende generar una mayor inclinación hacia el sentido de responsabilidad y preocupación por el medio ambiente que tiene el ecocentrismo proponiendo espacios de relajación y motivación para estudiantes, específicamente, de las escuelas mexicanas; todo esto con el fin de mejorar su estancia en estos espacios dado que es ahí donde se desarrollan la mayor parte del tiempo.

El diseño biofílico incorpora elementos de la naturaleza en espacios urbanos o interiores para la búsqueda de un mayor confort de las personas. Actualmente las ciudades se han expandido de una forma desmesurada arrasando con áreas verdes para la creación de entornos completamente artificiales, obligando así a los usuarios ir al encuentro de espacios con un mayor acercamiento a la naturaleza. De la misma forma, el entorno influye en nuestra conducta, emociones y salud.

El arquitecto, en su mayoría, se ha enfocado en diseñar espacios únicamente para el hombre sin tomar en consideración otras especies, ya sean vegetales o animales, que cohabitan en estos espacios; por lo tanto, el diseño puede y debe ser aplicado teniendo un mayor sentido de ecocentrismo lo que permitiría que menos especies se vean desplazadas de su hábitat.

Es así como el diseño biofílico permite el ecocentrismo y surge una serie de propuestas acerca de las consideraciones a tomar en cuenta al momento de diseñar un espacio urbano educativo, o cómo se pueden modificar, adaptar e incluso mejorar los espacios ya existentes.

A lo largo de la historia del ser humano se ha relacionado estrechamente con la naturaleza, aprendiendo cada detalle del entorno y aprovechando recursos, esto lo transmitió de generación en generación para nuevamente adaptarse y evolucionar. El nómada se vuelve sedentario dando paso a través del tiempo a las grandes ciudades que conocemos actualmente.

A medida que las ciudades comenzaban a expandirse sin control y los recursos naturales se explotaban, dejando pocas áreas verdes dentro de estas grandes urbes, el ser humano tuvo la necesidad de escapar de estos grandes bloques de materiales sólidos y artificiales en busca de algo más natural. Es aquí donde la arquitectura opta por una visión diferente, proponiendo soluciones donde el usuario pueda conectar de nuevo por medio de la biofilia con la naturaleza sin tener que buscarla fuera de los espacios que normalmente habita.

La biofilia se define desde un punto de vista psicosocial por Eric Fromm en su libro “El Corazón del hombre” (1994) como la fuerza que impulsa al ser humano a amar la vida y a crear, por lo que se favorece el vínculo afectivo-emocional con uno mismo y el entorno manifestándose en nuestros procesos corporales,pensamientos y actitudes. Por otra parte, la definición propuesta por Edward O. Wilson en “Biofilia” (1984) plantea que la biofilia lleva al ser humano a experimentar una gama de emociones que surgen debido a una combinación de factores culturales e innatos que permanecen a lo largo de los años. Más tarde, junto al sociólogo Stephen R. Kellert en “Hipótesis de la biofilia” (1993) afirman que el grado de valor otorgado a otros organismos es proporcional al valor a nuestra propia existencia.

Esto sugiere que la identidad humana y la realización dependen en cierta forma de nuestra relación con la naturaleza dado que “…la necesidad humana de la naturaleza está vinculada no sólo a la explotación material del medio ambiente, sino también a la influencia de la naturaleza en nuestro bienestar emocional,estético, cognitivo e incluso en el desarrollo espiritual.” (Kellert, S. & Wilson, E., 1993, p.42). Esto explica la razón del por qué una vista al jardín mejora nuestra creatividad o el sonido del oleaje nos relaja.

En la búsqueda de la reconexión con el entorno, con el objetivo de proyectar y construir espacios sostenibles, saludables y productivos para sus ocupantes, existe una evolución del diseño sostenible dando paso al diseño biofílico. Estos lugares reducen el estrés, favorecen la creatividad, así como un bienestar generalizado.

En 2004, por parte de la psicología ambiental y la neurociencia, se expone en el libro “Biophilic Desing” la primera clasificación y agrupación en torno a tres grandes categorías: Naturaleza en el espacio, Analogías Naturales y Naturaleza del espacio, de las cuales se desglosan más de 70 patrones relacionados con la biofilia. Posteriormente, Terrapin Birght Green en 2014 postula “14 patrones de diseño biofílico”, estos permiten clasificar características del diseño biofílico a partir de las 3 grandes categorías del 2004.